Hola, aquí Romuald. Y vamos con el podcast número 10.
El podcast de hoy contiene uno de los conceptos más fuertes, más intensos y más influyentes que puedo dar a la hora de cambiar tu vida.
Este concepto hace que en el momento en el que lo interiorizas y lo entiendes de verdad, que lo grabas a fuego en tu cabeza, veas la vida de forma absolutamente diferente. Y este concepto es de vital importancia para seguir avanzando, ya sea en tu vida personal, como en tu vida empresarial, como en cualquier decisión que debas tomar a partir de ahora.
Este concepto, desgraciadamente, yo lo aprendí de la peor forma, que es sufriéndola en mis carnes, ¿vale? Y luego, me di cuenta de que se ha hablado hasta la saciedad de que muchos otros habían dicho lo mismo que voy a decir yo ahora, en libros.
Hoy quiero transmitiros con toda mi pasión y todos mis conocimientos la importancia de la responsabilidad.
La importancia de la responsabilidad
Para transmitiros mejor el concepto y explicaros un poquito también cuál fue la forma en la que yo descubrí la importancia de la responsabilidad, os quiero explicar la situación en la que me encontraba cuando me pasó este momento de iluminación y este momento de abrir los ojos al mundo y decir: «vale, tío, la vida es así».
Algunos de vosotros ya conocéis mi historia de fracasos emprenduriles, en el tema de creación de empresas, que yo tenía un sueldo estable en una empresa familiar, pero en el momento en el que mi mujer se quedó embarazada decidí crear algo propio, por mí mismo, para ser económicamente independiente y también para que todo lo que entrara fuera algo que hubiera yo creado, y que además fuera un trabajo que me gustara.
Empecé a crear empresas en Internet.
Hice una web que se llamaba Nakoko, que quería ser una red social y la quería monetizar, lo típico, ¿no? Que ves a Facebook y dices «yo puedo hacer algo parecido pero en vertical». Maldito iluso, tonto que eras.
Lo siguiente, pues bueno, yo… grandilocuente, cegado por mi autoconfianza y mi orgullo, decidí crear lo que iba a ser el sustituto de eBay, yo solo… Es que es para descojonarse. Evidentemente, fracasó.
Estos fracasos en cadena nos llevaron a una situación económica extrema, en la que no sólo puse en peligro mi condición económica, sino la condición económica de toda mi familia, que éramos yo, mi mujer, y un niño de 4 meses.
Y no estoy hablando de las necesidades económicas de ir al cine o de darte caprichos, estoy hablando de las básicas, hasta el punto de tocar fondo que creo que fue cuando mi hijo tenía cuatro o cinco meses, que no pudimos pagar las vacunas optativas de mi hijo. Las vacunas valían 80€ y nosotros teníamos 50€ en la cuenta…
Ese día hice todo lo posible para conseguir esos 30€ que faltaban. Tenía aún algunas cosas en casa que podía vender. Evidentemente, lo que no iba a hacer era pedir ayuda ni a familiares, ni a amigos, porque eso iba en contra de lo que yo estaba luchando todo este tiempo. Era como tragarme mi orgullo. No me daba la puta gana.
Ese día intenté como fuera conseguir esos 30€ y no lo conseguí.
Cuando llegaron las 17:30h o 18:00h, creo que fue cuando ya me rendí, dije: «vale, es imposible conseguir esto«.
Hostia, la sensación que tuve. La sensación de derrota. La sensación de que la vida me había dado en la cara, con una maza de hierro, que pesaba 10.000 kilos y me había dicho «chaval, aquí todo lo listo que te creas, todo lo bueno que crees ser, no vale una mierda».
En ese momento, sentí rabia. Recuerdo que no era pena, era rabia. Rabia contra mí mismo, por habernos puesto en una situación así. Rabia por no haber visto el fracaso. Rabia por no haber sido lo suficientemente inteligente para formarme antes de dilapidar todo el dinero que había ganado vendiendo todo mi patrimonio y todo lo que tenía. Sentí rabia y me juré a mí mismo, en aquel momento, me lo juré, me dije: «nunca más me voy a encontrar en esta situación, nunca más».
Y lo dije de verdad.
No tenía ni un puto duro, pero sabía que eso no iba a pasar nunca más.
Tenía convencimiento absoluto.
Y en ese momento, ahora lo veo desde la lejanía, en ese momento es cuando tomé el control de la situación.
Y tome el control de la situación haciéndome responsable de todo lo que pasaba en mi vida.
La culpa de estar en esa situación no era de nadie, ni de Internet, ni de los usuarios, ni de la sociedad, ni de que la gente no me entendiera, la culpa era mía.
Y cuando te haces responsable de que todo lo que te ocurre, todo lo que te pasa y todo lo que tienes, de tu dinero, de tu relación, de tu trabajo, de tu situación física, de tu condición física, eres tú el responsable… Cuando entiendes que la responsabilidad de todo lo que te afecta es tuya… Es en ese instante cuando empiezas a controlarlo todo.
Ser el responsable implica que puedes cambiarlo todo
Y cuando puedes cambiarlo todo se te abren infinitos caminos delante. Infinitos. No tienes que seguir el camino de nadie. En ese momento, en ese instante, cuando entiendes la pureza de ese significado, pasas a ser el Dios de tu vida.
Estoy seguro de que conocéis a mucha gente, y es posible que vosotros seáis todavía así, y os pase, que cuando algo no va bien busca culpa ajenas, busca culpas en otro sitio: «la culpa es de mi jefe que es un mierdas», «la culpa es de mi pareja porque no me entiende», «la culpa es del profesor que me tiene manía», la culpa es… mierda, mierda y mierda.
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La culpa es tuya y sólo tuya.
Tienes la pareja que tienes porque la has elegido tú. O no estás siendo capaz de transmitirle a tu pareja lo que es realmente importante para ti. O estás aguantando a un jefe que no tendrías que aguantar. O empieza a crear tu propio negocio si no quieres tener jefe. O… yo qué coño sé… En todo caso, en esta vida cuando puedas echarle la culpa a otro, échatela a ti mismo y ya verás cómo cambian las cosas.
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Ya verás cómo empezarás a quejarte menos. Ya verás que, con el tiempo, eso empezará a formar parte de tu ser, de tu forma de pensar, y empezarás a ver gente alrededor tuyo quejarse.
Esto me pasa muchísimo: allá donde vaya veo a gente que se queja. Que se queja de que la culpa es de este, o del otro, o del de más allá.
Y encima somos tan idiotas que cruzamos las quejas. Un caso súper típico de esto, y que a mí todavía me alucina, es cómo la gente se queja… La dicotomía de las quejas del trabajo y de los problemas que hay en casa.
La gente le explica a su pareja lo estúpidos que son sus compañeros de trabajo «que me han hecho esto», «me han dicho lo otro»… y luego le dicen a los compañeros de trabajo lo pesada que es su pareja, que no le entiende, o que no le deja ver el fútbol o lo que sea, ¿vale?
Encima se quejan en cruzado, en vez de quejarse a la persona con la que si se quejaran podrían llegar a mejorar las cosas, ¿no? Pues quejarte de las cosas del trabajo con tus compañeros de trabajo y quejarte de las cosas de casa con tu pareja de casa. Encima lo cruzan, le hablan a la gente que no les pueden… ¿sabéis por qué pasa eso? Sencillamente porque así rechazas lo que sería un enfrentamiento, huyes de él, y es lo más cómodo. Pero es lo que hace que no avances en esta vida, también.
Esto es algo que yo llamo los «niveles de conflicto», pero ya lo hablaremos en otro podcast.
Necesito que entendáis esto. Necesito que lo interioricéis. No quiero que os lo creáis porque yo lo digo o porque lo ha escrito quien sea que lo haya escrito, por muy respetable que sea, quiero que lo empecéis a aplicar en vuestra vida: que la siguiente vez que vayáis a echar la culpa a algo digáis «hey, ¿yo podría haber cambiado de alguna forma esto de lo que ahora me voy a quejar? ¿Cómo?» y hacerlo.
Y ahí es donde vuestra vida empezará a avanzar en una dirección nueva.
Una dirección que seguramente os gustará más. Una dirección en la que tendréis el control.
La responsabilidad de TODO lo que te rodea es TUYA.
Así que ves y cambia todo lo que no te gusta. Cambia el mundo si hace falta.
Y ya estamos. Espero que os haya gustado este podcast, no ha sido tan energético como los otros, me he puesto un poquito serio, si vais interiorizando lo que he dicho, lo vais metiendo en vuestro núcleo, en vuestro ADN, veréis que cada vez más iréis viendo a gente que se queja y tendrás ganas de decir «tío, deja de quejarte, que es responsabilidad tuya».
Sólo quiero apuntar que si este podcast os ha servido a vosotros para veros de esta forma, a lo mejor les puede servir también a ellos.
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Compartidlo – yo no os he pedido nunca que compartáis nada, porque me gusta que pasen las cosas por sí mismas, no por pedirlas, ¿vale? Eso tiene que ver también un poquito con mi forma de ser, y con todo lo que os estoy explicando, pero en este caso sí que creo que puede ser importante que la gente empiece a entender que la responsabilidad es de cada uno, no de los demás. Y que cuando esto pasa, esa persona cambia, así que tíos: compartidlo, que me haríais un favor, me ayudaríais a llegar a más gente, este podcast está muy bien que lo escuchemos 77 que somos ya, pero me gustaría que lo escucháramos 77.000. Así es mi ego de grande, ¿de acuerdo?
Venga, nos vemos mañana, ¡ciao, ciao!